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Hace apenas unos años, en 1990, aproximadamente el 70% de los repartidores de periódicos en Estados Unidos eran adolescentes. En 2004 dicha cifra apenas superaba el 18%, y en opinión de Robert Rubrecht, director de ventas y marketing de la Asociación de Periódicos de Estados Unidos, se espera que en un futuro el porcentaje sea inferior. "Se trata de un proceso evolutivo", explica.
Aunque los motivos por los que los adolescentes han sido desplazados de esta profesión anteriormente dominada por un segmento poblacional joven son específicos al sector de los periódicos –en la actualidad los periódicos se reparten más temprano y es habitual necesitar un coche-, el fin de las rutas de reparto de los adolescentes refleja un cambio de tendencia drástico que, sin embargo, ha recibido escasa atención: en los últimos tres años se han alcanzado cifras récord de desempleo entre los adolescentes. Expertos en esta área sostiene que los empleadores que quieren acceder a una fuerza de trabajo cualificada deberían prestar atención al fenómeno.
"Es un problema inexplicable. La economía marcha a buen ritmo y los empleadores están prácticamente desesperados por encontrar gente a la que poder contratar y formar. Esto contrasta con las menores tasas de incorporación de los adolescentes de los últimos 50 años. Las cosas están fallando por algún lado", dice Ken Smith, presidente y consejero delegado de Jobs for America's Graduates, una empresa sin ánimo de lucro con sede en Alexandria, Virginia, que ayuda a más de 40.000 jóvenes cada año a realizar la transición entre la universidad y la vida laboral.
Según datos del U.S. Bureau of Labor Statistics, el 37% de los adolescentes del país trabajaron durante el verano de 2006, básicamente un 11% menos que los que estuvieron empleados en 1989, año de excelente crecimiento económico en todo el país.
¿Trabajan los adolescentes menos porque están demasiado ocupados con las páginas de MySpace, detestan las oportunidades de empleo para gente joven o simplemente son vagos? Los adultos siempre corren a ofrecer diferentes anécdotas que apoyen dichas teorías, pero en opinión de Andrew Sum, director del Center for Labor Market Studies de la Universidad de Northeastern, no existen datos que las respalden. "Cuando preguntas a un adolescente si quiere trabajar, muchos de ellos dicen que simplemente no pueden encontrar un trabajo", dice Sum, que asimismo es profesor de Economía Laboral. En el verano de 2006, según las estadísticas del U.S. Bureau of Labor, la tasa de desempleo de los adolescentes era 16,5%, cuatro veces superior a la de los adultos durante ese mismo periodo. "Si el empleo entre los adultos cayese al mismo ritmo que ha caído el empleo adolescente en los últimos 10 años, estaríamos ante la mayor pérdida de empleo en la historia de Estados Unidos desde la Gran Depresión".
Al igual que los adultos, a los adolescentes les afectó la mini-recesión de 2001, pero el empleo entre los adultos se ha recuperado y en el caso de los adolescentes ha seguido cayendo, explica Sum. "Los empleadores están contratando inmigrantes en lugar de adolescentes, en especial en los últimos seis años", señala. Contratar un inmigrante a menudo supone contratar a más porque normalmente la contratación se produce a través de círculos sociales. Otro grupo que está sustituyendo a los adolescentes son los trabajadores de 55 o más años que buscan complementar sus ingresos. "Si entras en un centro comercial o en una tienda de comestibles, verás mucha gente de edad avanzada ocupando puestos que los adolescentes solían desempeñar", dice Sum.
El desplazamiento de la economía estadounidense desde el sector de las manufacturas hacia los servicios ha perjudicado a los jóvenes de género masculino en particular, dice Bernard Anderson, profesor de prácticas de Gestión de Wharton.
"Los empleos relacionados con los servicios sanitarios, el comercio al por menor u otros servicios pagan salarios inferiores y para desempeñarlos se necesita poseer menos habilidades que en el caso de los empleos en el sector de las manufacturas, el transporte o el suministro de electricidad y agua. Esos trabajos resultan más atractivos para las mujeres que para los hombres", dice Anderson. No obstante, los más perjudicados de todos son los jóvenes pertenecientes a minorías étnicas. El pasado verano la probabilidad de que un adolescente blanco trabajase duplicaba a la del adolescente negro; asimismo, los adolescentes pertenecientes a los segmentos de menor renta mostraban la menor probabilidad de trabajar. "Muchos jóvenes que pertenecen a minorías étnicas simplemente se han rendido y han dejado de buscar empleo", dice Anderson, una tendencia que reduce de manera artificial las cifras de desempleo para dichos grupos. (El término "desempleado" define una persona que está buscando trabajo pero no tiene éxito").
Aprovechar las primeras experiencias laborales
¿Los empleadores deberían estar preocupados por estas tendencias? ¿Por qué no seguir sustituyendo a los adolescentes por inmigrantes, trabajadores de edad avanzada e incluso trabajadores en otros países?
"El sector privado no puede simplemente echarse a un lado mientras Roma arde y afirmar Está muy mal", sostiene Anderson. "Ellos viven en Roma". El propio Anderson y otros expertos están de acuerdo en que los adolescentes adquieren habilidades fundamentales gracias a sus primeras experiencias laborales; sin oportunidades de empleo para los adolescentes estaremos comprometiendo la fuerza de trabajo del futuro, explican.
"Trabajar en equipo, cumplir objetivos y asumir responsabilidades. Los jóvenes aprenden estas habilidades en sus primeros empleos", dice Ivan Charner, director del Academy of Educational Development/National Institute for Work and Learning, un centro sin ánimo de lucro con sede en Washington D.F. especializado en los progresos en el lugar de trabajo. "¿Puedes aprender dichas habilidades practicando un deporte o trabajando de voluntario en la iglesia? Sí, pero si eres voluntario no es obligatorio que aparezcas. Muchos jóvenes no practican deporte. Esos puestos de trabajo les brindan una gran oportunidad para aprender de otros adultos que no sean sus profesores ni sus padres".
Conseguir introducir un pie en el mercado de trabajo es muy importante para los adolescentes que pasan directamente a formar parte de la fuerza de trabajo después de finalizar la educación secundaria, pero tampoco deja de serlo para aquellos que durante cuatro años asisten a la universidad.
Barbara Hewitt, directora asociada senior de servicios para la carrera profesional de Wharton, cree que los licenciados a menudo destacan la experiencia laboral previa para acceder con posterioridad a un buen empleo. "Cuando miran los currículos, oigo a los empleadores decir cosas como Durante el instituto hizo tejados de casas, debe contar con una buena ética de trabajo. Los empleadores comprenden el valor de incluso las tareas manuales", explica. Durante una simulación de entrevista para un empleo de auditoría, Hewitt recuerda como uno de los estudiantes universitarios de Wharton explicó que tratar con clientes iracundos mientras trabajaba en un comercio le enseñó cómo tratar a clientes difíciles. "Ese empleo podía haber parecido irrelevante para él en aquél momento, pero al final acabó siendo valioso", afirma.
Los expertos están de acuerdo con Hewitt. "El empleo es lo que denominamos path dependent, esto es, dependiente de la trayectoria seguida", dice Sum de la Universidad de Northeastern. "Cuanto más trabajes ahora, más trabajarás en el futuro".
Rubrecht, de la asociación de periódicos, recuerda cómo los repartidores adolescentes que estaban a su cargo durante los 80 en el Trenton (N.J.) Times a menudo solían prosperar hasta convertirse en gestores de zona. Repartir periódicos –y asegurarse que los clientes pagan por ellos-, proporciona a los repartidores "una amplia visión del negocio de los periódicos", dice Rubrecht señalando que el antiguo director de ventas del Washington Post, Tony Mineart, que falleció el pasado año, empezó su carrera barriendo el suelo de las dependencias del periódico a los 10 años de edad. "La gente joven piensa en ser profesor porque va al instituto. Saben de deportes porque los practican. Trabajar es un modo fantástico de experimentar en tus propias carnes una profesión".
Una historia publicada en enero de 2007 en el Wall Street Journal ofrece unas cuantas anécdotas similares sobre algunos líderes corporativos de Estados Unidos. En su artículo, la periodista Carol Hymowitz cuenta como el consejero delegado de Pitney Bowes, Michael Critelli aprendió el valor de los pequeños ahorros en costes mientras trabajaba siendo adolescente fregando platos en una panadería y su jefe le gritaba por no reutilizar un trozo de papel encerado; Critelli ha utilizado esta lección para conseguir ahorros en los servicios financieros de Pitney Bowes.
Adecuadoen lugar de excelente
Según los datos, en cuestiones de empleo los adolescentes parecen estar atrapados en una situación sin salida: no pueden acceder a un trabajo cuando no tienen experiencia y no pueden conseguir experiencia a menos que tengan un trabajo.
"A menudo nos preguntamos ¿Qué está mal con esta generación? ¿No tienen ninguna ética de trabajo? Pero un análisis más profundo muestra que no han tenido las mismas oportunidades de empleo que disfrutaron sus padres", dice Neil Sullivan, director ejecutivo de Boston Private Industry Council, una organización intermediaria cuyo objetivo es reforzar la fuerza de trabajo de Boston. En consecuencia, los empleadores están descubriendo que los empleados que acaban de empezar carecen de lo que Sullivan denomina "hábitos del trabajo pagado". En un estudio de octubre de 2006 titulado "Are They Really Ready to Work?" ("¿Están realmente preparados para trabajar?"), más de 400 ejecutivos estadounidenses y profesionales de recursos humanos declaraban que los empleados que empiezan su vida laboral, incluyendo los licenciados universitarios, carecen de habilidades fundamentales.
Según empleadores entrevistados para el estudio -publicado conjuntamente por Conference Board, Corporate Voices for Working Families, la Partnership for 21st Century Skills y la Society for Human Resource Management-, una amplia mayoría de jóvenes recién salidos del instituto tiene deficiencias –entre otras- en la comunicación escrita, la profesionalidad y la resolución de problemas.
Los estudiantes universitarios que habían realizado diplomaturas o asistido a universidades técnicas consiguieron la calificación de "excelente" únicamente en una categoría –aplicación de tecnologías de la información-, pero sólo se la concedieron el 25% de los empleadores. Los licenciados universitarios obtuvieron una mejor puntuación, consiguiendo la calificación máxima en aplicación de tecnologías de la información, diversidad y resolución de problemas, pero no obstante un 25% de los empleadores encontraron que estos licenciados tenían carencias en comunicación escrita y habilidades de liderazgo.
"¿Cómo puede Estados Unidos seguir compitiendo en una economía global si la fuerza de trabajo que se incorpora está compuesta por jóvenes recién salidos del instituto que carecen de las habilidades necesarias, y de licenciados universitarios que en su mayoría son adecuados en lugar de excelentes?", escriben los presidentes de las cuatro organizaciones que colaboran en el estudio. La presión demográfica hace que las conclusiones del estudio sean aún más serias, dicen los autores, debido a la próxima jubilación de la generación del baby boom y la consiguiente lucha por empleados cualificados.
El informe anima a los líderes empresariales a adoptar un papel destacado en la creación de oportunidades de trabajo para que la gente joven adquiera las habilidades necesarias, bien asociándose con universidades y organizaciones sin ánimo de lucro, bien ofreciendo prácticas o empleos estivales, o "utilizando su experiencia en innovación y gestión para ayudar a identificar soluciones nuevas y creativas".
Soluciones estratégicas
Para la firma de servicios financieros State Street, con sede en Boston, contratar adolescentes de institutos públicos de Boston, los cuales suelen pertenecer a minorías étnicas, es en parte una estrategia de recursos humanos y en parte filantropía, explica Donna Sinnery, vicepresidenta de dotación de personal en dicha empresa.
En cooperación con Boston Private Industry Council y la campaña para trabajos de verano del alcalde de Boston Thomas Menino, la empresa State Street contrata cerca de 175 adolescentes cada verano, los cuales entran en contacto con todo tipo de operaciones corporativas, como por ejemplo tecnologías de la información o recursos humanos. "Nos aseguramos que desempeñen un puesto que sea relevante", dice Sinnery. State Street también trabaja con una organización sin ánimo de lucro llamada Year Up para ofrecer formación a los adolescentes del entorno urbano de Boston. La organización también está considerando asociarse con la Universidad de Massachussets para emplear a estudiantes con necesidades.
Contratar y formar a los adolescentes locales, dice Sinnery, es "una solución empresarial estratégica", dada la carencia de fuerza laboral que experimentaremos tras la jubilación de la generación del baby boom. "Estamos haciendo lo correcto contribuyendo a la mejora de la comunidad, pero también estamos atrayendo talentos, incrementando las tasas de retención y mejorando nuestra imagen como empleadores en el mercado de trabajo. Es una recompensa muy alta", dice Sinnery señalando que State Street también es miembro de European Alliance for Skills for Employability, una organización con sede en Bruselas que crea vínculos entre negocios globales para mejorar la fuerza laboral en Europa.
Además de State Street, dice Sullivan, director del Boston Private Industry Council, los servicios sanitarios en la ciudad –incluyendo algunos grandes hospitales-, han trabajado con el Council y con la oficina del alcalde para contratar de manera activa a adolescentes. "Claramente los empleadores de Boston contratan adolescentes porque el alcalde Menino les pide que formen parte de la solución; asimismo se consigue mantener los vecindarios en calma. Pero las empresas ahora evalúan el problema de un modo más sofisticado, y saben que la creación de más habilidades y trabajo es beneficioso para la próxima generación".
"No son los empleos de hace cinco años"
Aunque Sullivan y Sum sugieren que otras áreas metropolitanas –las ciudades tienen las mayores tasas de desempleo de adolescentes-, podrían seguir el ejemplo de asociación entre gobierno y empresas de Boston, otros prefieren buscar soluciones en el sistema de educación público.
En el estudio "Are They Really Ready to Work?", el 75% de los ejecutivos y profesionales de recursos humanos entrevistados afirmaban que es el sistema educativo el que debería ser responsable del desarrollo de las habilidades que necesitan los trabajadores; sólo el 11% opinaba que era responsabilidad de las empresas. "Las empresas, que pagan sus impuestos, quieren saber si, con todo el dinero que se invierte en educación, las universidades no deberían preparar a los estudiantes para su incorporación al ámbito laboral", explica Smith de Jobs for America's Graduates.
No obstante, las tendencias educativas y económicas van en contra de la preparación para el trabajo por parte de las escuelas y universidades. La política federal No Child Left Behind (que ningún chico se quede atrás) concede una mayor importancia a las pruebas y logros; los programas vocacionales ya no están de moda; y como la economía demanda trabajadores más cualificados, muchos estudiantes –animados por sus padres-, están retrasando la edad de trabajar para dedicarse a estudiar. Smith cuenta que recientemente estuvo en una gran empresa manufacturera que se estaba planteando seriamente crear su propio instituto, donde se educarían y formarían tanto a los actuales estudiantes de instituto como a los que hubiesen abandonado sus estudios.
"El patrón actual de educación ahora, trabajo luego no está funcionando. Tiene que ser algo simultáneo", dice Sullivan, que reclama que institutos, universidades y empleadores compartan la responsabilidad de preparar a la gente joven.
Según Smith, un paso importante que las empresas pueden dar es decidir que habilidades específicas necesitan los trabajadores que se incorporan a sus filas, y luego comunicar dichas necesidades al sistema educativo. "Los empleos actuales no son los empleos de incluso hace cinco años, así que los padres y los asesores tal vez no sepan suficiente sobre ellos, y mucho menos sobre los empleos del futuro", dice Smith, que asimismo es presidente y consejero delegado de una empresa consultora especializada en la formación de la fuerza de trabajo. Las corporaciones deberían trabajar directamente con los institutos y universidades y hacer demandas claras. "Podrían decir a los directores y profesores –que son sus socios-, cuáles son las características específicas que necesitan. Y confiar en ellos; de otro modo tendrán que formarlos de nuevo".
Al final, dice Smith, la creciente necesidad de empleados acabarán encontrándose con el deseo insatisfecho de trabajar de los adolescentes; los empleadores se verán obligados a llamar a todas las puertas donde haya fuerza de trabajo disponible. "La demografía es una fuerza irresistible".
Tomado de Wharton University K
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